Mario Cabrera, diputado majorero, ha soltado cuatro verdades como soles que invitan, cuanto menos, a la reflexión:
  • El 50% del déficit del Festival de Música de Canarias se va en el pago de alquileres por los auditorios públicos de las islas capitalinas, mientras que en el resto del archipiélago las instituciones locales ceden gratuitamente las salas. Dicho de otra manera: Mientras que en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria los Cabildos y Ayuntamientos cobran del FIMC porque se programe en sus Auditorios (manda huevos), en las islas no capitalinas no solo no cobran las administraciones sino que tienen que afrontar gastos.
  • Durante tres décadas éste no ha sido el Festival de Música de Canarias, sino el Festival de Música de las capitales, porque durante muchos años no se programó nada y cuando se empezó a programar se programaban pequeñas agrupaciones o solistas.
  • Si acuden 430 espectadores en Fuerteventura a un concierto del FIMC, con una población de 100.000 habitantes, es como si en Gran Canaria o Tenerife fueran 3.500 personas por concierto, cuando la realidad es que no llegan ni a los 1.500 en cada una.
  • Mientras que se destinan recursos públicos millonarios a equipos deportivos profesionales sin cuestionarse la contraprestación que revierte realmente a la sociedad, para el Festival, que sin embargo desarrolla una importante labor pedagógica, cuestionamos su coste.

En definitiva, que Mario Cabrera apuesta por descentralizar el Festival y llevarlo a todas las islas, como el año pasado, ya que la rentabilidad social y cultural está por encima de la económica.

Mientras tanto hay quien no deja pasar ocasión para repetir que cuando ella era la jefa, todo ‘era más mejor’ y que ojalá vuelva todo a ser como antes… ¡País!