Nino DíazEl pasado mes concluyó la 33 edición del Festival de Música de Canarias, uno de los eventos históricamente más importantes de nuestro país. El cambio en la dirección del festival generó diversas críticas sobre los nuevos planteamientos que se impulsaron desde su dirección. Huyendo de polémicas concretas, hemos querido preguntar directamente sobre este nuevo rumbo y sobre el futuro del festival a quien ha sido el principal responsable de la programación de esta edición, el compositor Nino Díaz.

 

– El cambio de dirección del Festival de Música de Canarias ha traído todo tipo de ruido mediático. Intentaremos obviarlo y centrarnos en el aspecto artístico de su labor. ¿Cómo definiría, en pocas palabras, la nueva dirección que han querido dar al Festival?

«Hemos trabajado, principalmente, en tres aspectos que creíamos que era fundamental reforzar. Hemos querido hacer una programación más amplia y variada, donde estén representadas todas las épocas. También hemos aumentado la presencia de artistas y creadores canarios, españoles y latinoamericanos (es difícil entender Canarias sin América y viceversa). Y, por último, hemos ampliado el Festival con muchísima más presencia en todas las islas y en municipios fuera de las capitales».

– Por lo que hemos leído en la prensa, la dirección del Festival saldrá a concurso. ¿Tiene intención de presentar un proyecto artístico?

«Efectivamente, en los próximos meses saldrá a concurso la plaza de director/a. Pero mi intención no es presentarme. Acepté este trabajo para hacer tres tareas muy concretas: primero, preparar la programación de 2017; después, repensar el Festival y elaborar un documento con el nuevo modelo; por último, ayudar en la elaboración del concurso para el director/a del Festival. Y en cuanto las termine continuaré con mis proyectos, que tengo muchos».

Nino Díaz– La música de nuestro tiempo ha estado presente en esta edición del Festival, en algunos casos con propuestas valientes, como la del Ensemble Mosaik o el Pedro Barboza Patchwork Ensemble. ¿Cómo se planteó este aspecto?

«Creo que es una obligación de los programadores dar una visión lo más amplia posible de la música, y no programar siguiendo únicamente el criterio de contentar y llenar, sino que también tenemos que educar».

– En este sentido, cómo ve las próximas ediciones, ¿tendrá una presencia igual o mayor la música actual?

«Estamos definiendo el modelo de Festival, y la idea es que quede todo bien definido por escrito para que los próximos directores tengan unos mínimos que respetar. Y respondiendo a la pregunta le diré que en la programación de 2018 habrá de todo, desde música antigua hasta música de vanguardia».

– Pensando en el concierto de Arturo Tamayo, con el que charlamos en el número de febrero, es interesante observar que, a estas alturas, todavía pueda haber reticencias para programar las obras maestras del siglo XX. ¿Qué piensa de esto? ¿Debe obviar el programador estas ideas tan claramente conservadoras?

«Da mucha pena ver como una cierta parte del público se horroriza escuchando obras compuestas hace más de cien años. Los principales responsables, aunque también hay otros factores, son los propios programadores, que en la mayoría de los casos solo programan pensando en los gustos de los públicos fidelizados, que por cierto cada vez van disminuyendo, y cada vez se acota más el repertorio. Es el pez que se muerde la cola».

– El festival tiene unas características muy especiales en lo referido a la distribución geográfica de los conciertos. ¿Cómo se maneja esto?

«Este festival, aparte de ser el único festival de invierno en España, supongo que también debe ser el único que se desarrolla en ocho islas.  Este año hemos hecho 88 conciertos en 49 espacios diferentes en el archipiélago. No os podéis hacer una idea de los problemas de gestión y logística a los que tenemos que hacer frente».

– En las Islas Canarias la colonia alemana es bastante notable y el turismo hace que la conexión con el espacio centroeuropeo sea sencilla. ¿Piensa que estas cuestiones son una ventaja en lo referido al impacto exterior del festival? ¿Tiene un público extranjero? Además, usted vive actualmente en Berlín, lo que le dará una dimensión bastante realista sobre este asunto…

«Canarias, en toda su historia, ha sido siempre un sitio de paso, y una tierra que siempre ha recibido, tanto a los viajeros como a los que han decidido vivir aquí, con los brazos abiertos. Turistas que vengan expresamente al Festival hay pocos, pero una gran parte del público son extranjeros que ya están aquí, principalmente los residentes en las islas. Por poner un ejemplo: en la Palma, que tiene 86.000 habitantes, 7.000 son alemanes residentes».

– ¿Tendrá el festival una política de encargos? ¿Cómo definiría una línea en este sentido? Internacionales, nacionales, locales…

«Para 2018 se retoman los encargos, que como ya sabéis fue una de las características del festival desde sus inicios. Los criterios de selección de los autores se establecerán en el documento que estamos elaborando».

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– Desde hace ya bastante tiempo se debate sobre la vigencia del concierto tradicional, sobre el uso de espacios no convencionales, la puesta en escena… ¿Cómo observa estas cuestiones? ¿Piensa que puede mantenerse el mismo statu quo que en otros tiempos, con el modelo auditorio como base?

«Yo, personalmente, creo que en el mundo de la música clásica hay que repensarlo todo. El formato concierto, los espacios, las programaciones de las orquestas, los cachets… Pienso que sin darnos cuenta nos hemos ido convirtiendo en una especie de museos sonoros, y con un segmento de públicos cada vez más mayores».

– Por último, ¿cómo ve la vida musical en Canarias? No nos referimos únicamente al público, sino a los intérpretes, compositores…

«Canarias es una comunidad, debido a su fragmentación territorial, muy compleja. Todo es muy irregular y asimétrico, y hasta podríamos decir que hay varias Canarias bien distintas dentro de la Comunidad. Respecto al nivel artístico y creativo de nuestros músicos creo, sin temor a equivocarme, que es de los más altos de Europa. Tenemos músicos excelentes repartidos por todo el planeta. Tengo contabilizados más de 100 en orquestas, como docentes en conservatorios o como profesionales en decenas de países de todo el mundo».

 

Entrevista por Vicky Soler Martín para Sulponticello