Yone 960x300
Son varias ya las generaciones de timplistas que han ido demostrando que no existe conflicto entre la tradición y la modernidad. Los estilos y las estéticas se pueden superponer para dar lugar a un ámbito cultural que no renuncia a las raíces propias, pero que se mueve en el espacio (con inclusión de patrones de otras culturas) y en el tiempo (lo antiguo y lo moderno no son conceptos antagónicos) para dar como resultado propuestas que resultan de gran valor estético y etnomusical. En definitiva, son propuestas que van más allá de la teatralización de la tradición, ajena a una población que no quiere renunciar a sus raíces, pero que también necesita de la renovación de sus señas de identidad musical.

Yone Rodríguez es un dignísimo representante de esta corriente. Cuando contaba con ocho años ya apuntaba maneras, ofreciendo su talento de la mano de José Antonio Ramos, de quien aprendió que con un instrumento tradicional se puede navegar por muchas estéticas diversas.

Yone ha seguido creciendo a la par que su manera de hacer música y de afrontar retos técnicos y estilísticos con el timple, ofreciendo conciertos por múltiples escenarios, participando de proyectos como la Orquesta de Timples de Canarias, componiendo, dando clases…

Con el apoyo de su compañero Néstor García y el diálogo entre instrumentistas diversos de primer nivel (teclados, batería, flauta, etcétera) ha vuelto a ponerse manos a la obra, para ofrecernos su tercer trabajo discográfico con la honestidad del directo. El repertorio, abierto y sin concesiones a las etiquetas, bebe de la tradición canaria o se deja llevar por estilos como el jazz, el pop o la música brasilera. Desde un dixieland a una canción de Sting, este trabajo suena desde Canarias, y es una muestra de que nuestro impulso creativo está más vivo que nunca.